domingo, 20 de marzo de 2016

UN HELADO EN SAN GIMIGNANO.



EGO SUM.


Si estando en Florencia les afecta mucho el síndrome de Stendhal, tal vez sería hora de hacer una parada en el recorrido artístico de esta magnífica ciudad y huir al campo de la Toscana en busca de otro tipo de diversiones, como por ejemplo tomarse un rico helado en San Gimignano.




Pero de lo que no se librarán es de la avalancha de turistas, porque este pequeño pueblo es uno de los lugares más visitados de toda Italia, ya que al año suelen pasar por aquí unos 3 millones de personas.

Es un pueblo típicamente medieval, construido encima de una colina, amurallado, de estrechas calles, muy bien conservado y en donde sobre salen sus torres, inconfundibles, se ven a kilómetros.
Se conservan 15 torres de las 72 que tenía. Las erigían las familias ricas y competían en altura para demostrar su poder. Eran típicas de la Toscana pero en las grandes ciudades se perdieron.


 Se puede acceder con el coche propio o bien usando el autobús desde Florencia o Siena. Hay un gran aparcamiento en las afueras porque naturalmente el pueblo es peatonal.

Una vez dentro del pueblo mejor que se lo tomen con calma y disfruten de la visita porque hay mucha, pero que mucha gente.
La principal calle es la de San Giovanni que está repleta de tiendas de recuerdos.






Hay muchas cosas que visitar en San Gimignano pero habíamos venido en primer lugar a probar el famoso helado y disfrutar de sus magníficos sabores.  Echen un vistazo a la foto de abajo.


A fe mía que en Dondoli probé el mejor helado que haya tomado en Italia. Hubo que hacer un rato de fila pero la espera mereció la pena.
Los precios no son caros, lo mismo que en cualquier heladería pero la diferencia está en los sabores. Por supuesto probamos de distintos tipos pero el Top lo marcó el helado de vino Vernaccia. Este vino blanco convertido en helado es algo sublime, exclusivo, en ninguna otra parte del mundo lo podrá probar y entonces se dará cuenta de que la fama no es inmerecida.

Después de quedar completamente satisfechos con nuestra experiencia heladera visitamos el museo del pueblo.
 Aquí se esconde otra grata sorpresa, la gran maqueta de cerámica hecha a mano de todo el pueblo. Les costó 2 años hacerla y otros  2 años de estudios previos históricos.




En el museo también se pueden degustar los dulces propios de la Toscana y para acompañarlos un buen vaso de vino Vernaccia, bien frío, un placer, sobretodo cuando no se tiene que conducir.


Se pueden visitar algunas torres y desde lo alto contemplar el fino paisaje de la Toscana. La Torre Grossa es la más alta del pueblo con 54 metros. Hay numerosas iglesias, a destacar la de San Agustín y la Colegiata. Tiendas de moda, buenos restaurantes.
Pero sobretodo el encanto medieval del pueblo, provoca un sentimiento que luego cuesta mucho dejarlo todo un placer el helado en San Gimignano.

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