IN VINO VERITAS.
Durante nuestro reciente viaje a la Toscana decidimos visitar el Castillo del Trebbio, una de las antiguas villas que los Medici tenían repartidas por la región.
En la actualidad es más bien un castillo a la francesa, un chateau, que sirve de residencia y de centro de explotación vinícola.
Está situado en la zona de Mugello, cerca de Florencia, en una zona montañosa preciosa, dominada por olivos y vides.
Es el corazón de la Toscana, la región donde se produce el famoso y rico CHIANTI, para mi gusto el mejor vino italiano.
Cuando llegamos nos estaba esperando la guía, la persona que nos iba a acompañar por todo el recorrido y como el grupo estaba compuesto en su mayoría por norteamericanos nos estuvo hablando todo el rato en inglés americanizado.
Pasó a relatar un poco la historia del castillo. Parece ser que en principio había pertenecido a los Pazzi, familia de banqueros florentinos rivales de los otros banqueros potentes que había en Florencia que no eran otros que los Medici. Como siempre entre banqueros andaba el juego.
Pero allá por el 1476 los Pazzi, encabezaron una revuelta que tenía que haber acabado con los Medici, la rebelión fracasó. Como consecuencia los Medici se quedaron con todas sus posesiones incluido este castillo tan chulo.
Los Medici lo reformaron y lo convirtieron en su finca de caza. No es propiamente un castillo, sino más bien una villa fortificada con un aspecto bastante austero.
Actualmente pertenece a la familia BAJ MACARIO que lo compró en 1968 y lo dedicó a la explotación de vino y de aceite.
La familia vive allí pero no obstante permiten la visita incluso de sus estancias particulares, eso si, sin fotos claro.
La familia vive allí pero no obstante permiten la visita incluso de sus estancias particulares, eso si, sin fotos claro.
Este castillo dispone también de un restaurante " La Sosta del Gusto " abierto desde 2.006, nombrado mejor restaurante del vino del mundo y es muy utilizado por las parejas toscanas para celebrar sus bodas.
Sus vinos con Denominación de Origen han recibido premios internacionales sobre todo el Rufina, chianti reserva.
Las bodegas están situadas naturalmente en los sótanos del castillo. Hay distintas estancias con barricas de roble, otras que recogen el vino ya embotellado y otras con botellas muy muy antiguas reposando a la espera de una ocasión especial.
Sus vinos con Denominación de Origen han recibido premios internacionales sobre todo el Rufina, chianti reserva.
Las bodegas están situadas naturalmente en los sótanos del castillo. Hay distintas estancias con barricas de roble, otras que recogen el vino ya embotellado y otras con botellas muy muy antiguas reposando a la espera de una ocasión especial.
Fermentación en dolia, al estilo romano. |
A continuación pasamos a una sala acondicionada con mesas y sillas tipo terraza de restaurante. Íbamos a proceder a la cata de los vinos toscanos.
La guía explicó unas nociones básicas sobre la cata del vino y los detalles a tener en cuenta sobre su color, olor y sabor.
Sobre la mesa teníamos también un plato con unos antipasti de productos de la zona: salami, queso, paté de oliva negra, pan con aceite de oliva, y una especie de picadillo de tomate con perejil.
El primer vino del Castillo del Trebbio que probamos fue un vino blanco, cosecha de 2014, joven.
Nos lo sirvieron frío, un buen detalle, con dos variedades de uva 60 por ciento de Trebbiano (variedad local) y 40 de Chardonnay.
De color dorado y de sabor muy afrutado, refrescante y ligeramente amargo al final.
Después pasamos a los CHIANTI. Primero probamos un tinto joven cosecha de 2013, que nos sorprendió muy gratamente.
La uva era Sangiovese, color rubí y de gusto suave ideal para acompañar el queso que teníamos en el plato.
El segundo de los Chianti era el RUFINA, Lastricato, Riserva de 2010. Esto ya eran palabras mayores.
Si opinan que los Chianti son tintos sin cuerpo, flojos, prueben el Rufina y seguramente cambiarán de opinión.
Con este lo que quedaba en el plato terminó por desaparecer.
Color picota, olor a fruta madura o como dice un amigo mío a bodega.
A estas alturas los ánimos estaban muy alegres porque a los americanos también les va el buen vino. Parecíamos unos romanos de fiesta en la Toscana.
Que maravilla buen vino, aceite de oliva, grata compañía
In vino veritas.
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