miércoles, 19 de noviembre de 2014

Museo de la Marina. Lisboa.





El Museo de Marina está situado en ese incomparable marco que es Belém y ocupa el ala Oeste del Monasterio de los Jerónimos, en un edificio independiente, por lo que hay que pagar una nueva entrada, no es nada caro, así que la visita es casi obligada para aquellas personas que amen el mar y la navegación.


El Museo está emplazado en la capilla construida por Enrique el Navegante para los marinos que asistían a misa antes de salir a la mar.
La primera sala que vemos nada más entrar está dedicada a los descubrimientos y está presidida por una gran estatua de Enrique el Navegante. Infante de Portugal, hijo del rey Juan I, y desde luego, el auténtico impulsor del dominio portugués de los mares.




En este enorme mapa se pueden observar las rutas marítimas que siguieron los barcos portugueses, sus colonias de ultramar y levantan el asombro en los visitantes por las hazañas de estos intrépidos marinos.


El gran impulsor de este museo fue el Rey Luis I de Portugal (1838-1889). Comenzó a coleccionar todo tipo de objetos marítimos que tuvieran relación con la historia naval portuguesa.
Tiene 13 salas que recrean la potencia marítima portuguesa. Hay una buena colección de miniaturas de barcos de la Marihna de todos los tiempos.











Sus vitrinas recogen numerosos utensilios naúticos como cartas marinas o astrolabios y no faltan los objetos religiosos como los pequeños altares que llevaban los barcos . Naturalmente abundan armas de todo tipo que portaban los soldados y las naves.





También recoge el museo una bonita colección de uniformes militares portugueses que llevaron sus marinos a lo largo de la historia.

















Es muy interesante y espectacular el pabellón nuevo pues en su interior hay una buena colección de naves portuguesas a tamaño real. 
Cabe destacar el yate Sirius, 6 embarcaciones fluviales a remo y sobre todo la Barcaza Real de María I de Portugal, datada en 1780, ricamente decorada.




También hay aquí unos aviones muy simbólicos para la aviación portuguesa como su primer avión de la historia, que parecía muy muy endeble, de madera y para el que hacía falta mucho valor para subir y volar en él. O también el Santa Cruz, primer avión en cruzar el Atlántico.



Desde El Mundo de Avekrénides recomendamos esta visita al Museu de Marihna pasaran en él un rato muy agradable comprobando la vocación marinera de los portugueses que les llevó siglos atrás a ser una de las potencias mundiales.




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