Avekrénides se plantea hoy escribir sobre algo excepcional, sobre un monumento top , un edificio histórico que fue declarado por la UNESCO en 1983 como Patrimonio de la Humanidad.
Se trata del Convento de los Jerónimos, situado en las afueras de Lisboa y que sin ninguna duda es la visita más imprescindible e importante que se puede hacer en la capital de Portugal.
Se encuentra en una zona de fácil acceso y muy bien comunicada por el transporte público ya que llegan hasta allí numerosos autobuses y tranvías. Junto a él, muy cerca encontramos también el Monumento a los Descubridores y la famosa Torre de Belém.
Para la visita es recomendable madrugar y evitar las grandes filas de turistas que siempre hay en estos lugares tan famosos y populares.
Es recomendable tomarse la visita de este magnífico sitio, sin prisas, la amabilidad y la organización de los portugueses es muy buena y las instalaciones también lo son.
Avekrénides comenzó por el Museo arqueológico del Monasterio, que queda a la izquierda de la entrada principal. Es pequeño pero tiene una buena colección de objetos de oro, las fotos aquí están prohibidas, una lástima pero así son las medidas de seguridad.
A continuación Avekrénides se dirigió hacia la puerta de entrada de la Iglesia del Monasterio.
Todo el conjunto arquitectónico fue diseñado por el arquitecto Diogo de Boitaca. Se pretendía conmemorar el regreso de la India del gran descubridor portugués Vasco de Gama y las obras comenzaron el 6 de enero de 1501 y duraron hasta finales del Siglo XVI.
De estilo manuelino, la iglesia es de solo una nave con seis columnas, perfectamente esculpidas, esbeltas y que dan la sensación de acabar en una forma de palmera que rompe con sus arcos en el techo de la iglesia.
Espectacular el techo de los Jerónimos, con un entramado de arcos que se cruzan y cruzan dando lugar a hermosas formas geométricas que te dejan asombrado.
Detalle de una vidriera. |
Toda la iglesia está ricamente decorada pero llaman la atención las pequeñas capillas laterales.
Detalle decorativo de las columnas |
Sorprendieron a Avekrénides , la decoración de los confesionarios, hechos en piedra y con los marcos laterales decorados con cabezas humanas de gente de otras razas e incluso caras burlonas de carácter alegórico.
Se puede subir al segundo piso de la iglesia desde donde hay unas buenas vistas del interior y desde donde se puede admirar toda la belleza del conjunto.
Pero le quedaba a Avekrénides por visitar la auténtica joya del Monasterio que es su Claustro. Es un espacio grande, cuadrangular, en dos pisos, cuando sales a él, el impacto visual es tremendo.
Se echa de menos una gran fuente en el espacio central, pero el Claustro es uno de esos lugares en donde un fotógrafo disfruta de verdad, pasillos, arcadas, esculturas, todo el conjunto es bello y armonioso.
Refectorio del Monasterio. |
Magnífico este paseo por el Monasterio de los Jerónimos, un lugar inolvidable y muy agradable. Es la muestra palpable de que en aquellos años de descubrimientos y de conquistas Portugal era un país al que llegaban muchas riquezas.
El Monasterio fue encargado por el rey Manuel I y se financió en parte por el impuesto que tenía el comercio de especias, muy importante en la época y que dominaban los portugueses.
Queremos cerrar la visita con una imagen de su impresionante entrada principal y un detalle de Santa María de Belém que es a quien está dedicada esta obra de arte.
El Monasterio fue encargado por el rey Manuel I y se financió en parte por el impuesto que tenía el comercio de especias, muy importante en la época y que dominaban los portugueses.
Manuel I . Entrada de la Iglesia. |
Queremos cerrar la visita con una imagen de su impresionante entrada principal y un detalle de Santa María de Belém que es a quien está dedicada esta obra de arte.
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