Justo en el corazón de Nápoles en la Piazza San Gaetano podemos comenzar la visita muy muy interesante de la Nápoles subterránea. Es un viaje a las profundidades y de nuevo un viaje en la Historia que se ha detenido para que la podamos contemplar en directo. Una experiencia muy divertida que Avekrénides vivió en el subsuelo napolitano.
La entrada es un poco complicada de encontrar pero gracias a la amabilidad de los napolitanos la localizamos sin problemas. Si nos situamos frente a la entrada principal de la Iglesia de San Pablo que está en la plaza, hay que coger el callejón que hay a la izquierda y daréis con ella,por cierto si tenéis mucha sed podéis tomar un granita limone artesano en una pequeña tienda que queda al lado y que está fabuloso.
Los tickets cuestan 9,30 euros por persona y la visita dura unas 2 horas, os aconsejamos que llevéis ropa de abrigo, porque aunque en la superficie en verano fácilmente se superarán los 30º , cuando estéis abajo no habrá más de 14º y una humedad del 100%. El contraste de temperatura es muy fuerte.
El horario es muy amplio y se organizan las visitas por nacionalidades, por lo que contamos con una guía que hablaba bien español y era muy amable.
No es aconsejable la visita para personas claustrofóbicas o muy gruesas porque no la podrán completar. La seguridad por parte de los organizadores es buena pero no es muy recomendable perder la cabeza ahí abajo. Hay que tener en cuenta que al principio se bajan unos 40 metros de golpe.
Comenzamos contemplando unas cisternas romanas que daban agua a los pozos que había en las casas y en las plazas públicas. Los romanos usaron el mismo sistema que inventaron los griegos, fundadores de la ciudad , que aprovecharon los pozos abiertos para sacar la piedra que necesitaban para construir sus casas y la muralla, para almacenar el agua de la lluvia. Los romanos ampliaron la red con el agua del acueducto Serino que abastecía la ciudad.
Crearon una compleja red de túneles de conexión entre las distintas cisternas y de su mantenimiento se ocupaban los poceros, una profesión de muy alto riesgo, os puedo asegurar que allí abajo lo más fácil era caer al agua y además la luz era nula si se les apagaba la vela o la antorcha que llevaban era prácticamente imposible salir de allí con vida. Por eso pienso que muchos no bajarían más de una vez.
Crearon una compleja red de túneles de conexión entre las distintas cisternas y de su mantenimiento se ocupaban los poceros, una profesión de muy alto riesgo, os puedo asegurar que allí abajo lo más fácil era caer al agua y además la luz era nula si se les apagaba la vela o la antorcha que llevaban era prácticamente imposible salir de allí con vida. Por eso pienso que muchos no bajarían más de una vez.
Durante la Segunda guerra Mundial estos túneles y estancias fueron empleados como refugios antiaéreos. Nápoles fue bombardeada duramente por los aliados y la población civil se refugiaba aquí, incluso mucha gente se quedó a vivir ahí abajo, con unas condiciones de vida durísimas de hecho muchos preferían correr el riesgo de vivir en la superficie y morir de un bombazo antes que bajar a estos refugios oscuros, fríos y húmedos. Por eso tienen expuesto aquí material de guerra como bombas, vehículos, uniformes, armamento etc.
Después la guía nos enseñó un experimento científico que inició como proyecto la Universidad de Nápoles y que consistía en aprovechar la humedad de las antiguas cisternas y luz solar reflejada por espejos para poder cultivar plantas aquí abajo.
El proyecto no se llevó a cabo, pero la Asociación Cultural Napoli Sotterranea ha retomado el experimento y como se demuestra en la imagen superior las plantas viven en el subsuelo con luz artificial y gracias al alto grado de humedad (100%)
El proyecto no se llevó a cabo, pero la Asociación Cultural Napoli Sotterranea ha retomado el experimento y como se demuestra en la imagen superior las plantas viven en el subsuelo con luz artificial y gracias al alto grado de humedad (100%)
Seguidamente visitamos la bodega de un antiguo convento de monjas que había en la superficie y que aquí almacenaba el vino que se usaba en la Eucaristía para su fermentación.
Según la tradición el vino tinto era regalado a las fieles de Santa Patricia que no tenían hijos para que se quedaran embarazadas y muchas veces se obraba el milagro. También hay un estrecho corredor por el que se dice que accedían a esta bodega monjes de un convento cercano.
Llegados aquí, comienza el camino más duro pero más divertido. La guía ya advierte que las personas con problemas se abstengan de hacerlo y tomen un atajo mucho más fácil.
Situados en una gran estancia y mientras van preparando las velas, el personal te informa de que vamos a hacer parte del camino que usaban los poceros para desplazarse por las cisternas y poder así limpiarlas.
Las lamparillas son individuales porque no hay nada de luz por los corredores. El camino hay que hacerlo de lado, una persona de frente no cabe, muy importante que no se apague la vela, el espacio muy reducido, un tanto claustrofóbico pero divertido. Llegamos a una gran cisterna muy bien iluminada. Las fotos no son posibles en esta zona por razones obvias.
Situados en una gran estancia y mientras van preparando las velas, el personal te informa de que vamos a hacer parte del camino que usaban los poceros para desplazarse por las cisternas y poder así limpiarlas.
Las lamparillas son individuales porque no hay nada de luz por los corredores. El camino hay que hacerlo de lado, una persona de frente no cabe, muy importante que no se apague la vela, el espacio muy reducido, un tanto claustrofóbico pero divertido. Llegamos a una gran cisterna muy bien iluminada. Las fotos no son posibles en esta zona por razones obvias.
Una vez terminado el circuito interior hay que ascender unos 130 escalones para acceder a la superficie. Hay que tomárselo con mucha calma porque se nota cierta fatiga.
Se sale por el vestíbulo de una casa que han aprovechado para montar una pequeña exposición de uniformes de la Segunda Guerra Mundial.
Después de un descanso la guía nos reunió para completar el circuito visitando lo que queda del teatro romano que se hizo introduciéndonos en una típica casa napolitana de vecinos.
La sorpresa vino cuando la guía, de un empujón, apartó una cama y debajo apareció una trampilla que daba acceso al sótano de la casa que también se usaba como despensa.
Una vez en el sótano se puede ver el pasillo de los bastidores del teatro romano del siglo I d.c. también llamado el teatro de Nerón.
Esta es una zona muy sísmica pero los romanos eran unos genios construyendo y resolvieron el problema de los terremotos con un ingenioso sistema que se muestra en la imagen que hacía que el edificio resistiera el movimiento pero no se cayera, tecnología punta de hace 2 milenios.
Lo último que visitamos fue una antigua carpintería en donde se puede ver parte del graderío del teatro y un pequeño horno romano que han restaurado para cocinar pizzas artesanales.
Se utiliza también como un espacio museo de los famosos belenes napolitanos. Nápoles es la cuna del belén cuya costumbre fue traída a España por Carlos III que era Rey de Nápoles.
Se utiliza también como un espacio museo de los famosos belenes napolitanos. Nápoles es la cuna del belén cuya costumbre fue traída a España por Carlos III que era Rey de Nápoles.
Y así terminó la visita de Avekrénides a la Nápoles subterránea, después volvimos a acceder a la Piazza San Gaetano por el lado derecho de la Iglesia de San Pablo que dicho de paso está construida en pleno foro romano.
Sólo queda felicitar a la guía que nos facilitó la visita y a la Associazione Napoli Sotterranea por su gran trabajo en este barrio napolitano.
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