IN VINO VERITAS.
Hoy en El Mundo de Avekrénides catamos un vino francés, rosado, joven de 2.015 con una botella muy elegante y con un aspecto muy prometedor.
CHATEAU DES FERRAGES, de Provenza. Un Cuvée Roumery rosado que podemos encontrar en nuestros super o en nuestra bodega de confianza a un precio de 8,60 euros, muy competitivo dentro de esta gama de vinos.
Como vino francés lleva ya grabada la etiqueta de buen hacer y de calidad. Y es que los galos, mal que les pese a Asterix y Obelix, fueron también muy romanos y el culto al vino es un poso cultural que nos quedó a todos los mediterráneos.
A los bárbaros les dio más bien por darle a la birra y hay que reconocer que no lo hacen mal. Pero en cuestión de vinos no hay color.
Nos ha gustado mucho este rosado. Marida muy bien con nuestras ensaladas, embutidos y platos de pasta.
Yo, les diré, que lo he catado solo y junto a unos quesos y salmón ahumado. El resultado espectacular. Es muy pero que muy recomendable.
Tiene tres variedades de uvas: Cinsault (70%), Garnacha (20%) y Syrah (10%).
La Cinsault es una uva originaria del Sur de Francia y es típica de los vinos rosados de la Provenza, es resistente a la sequía y muy parecida a la garnacha de la que los aragoneses nos enorgullecemos.
AVEKRÉNIDES KATA.
En la copa presenta un color a pétalo de rosa, brillante y transparente. Removemos la copa y la gota corre ligera por el vidrio como hacen los jóvenes.
En nariz y como no podría ser de otra forma, nos encontramos con aromas frutales y de una intensidad media diría yo. Es de los vinos que transpiran elegancia y que te hacen esperar algo bueno en boca.
La entrada es fresca. El recorrido equilibrado de una acidez muy bien contenida y con un suave sabor afrutado, a frambuesa diría yo, que es persistente hasta el final.
Un buen vino, con una botella muy bien diseñada, con una etiqueta preciosa y es que los detalles estéticos, bien cuidados, ayudan a vender el producto. Si ven esta botella en una estantería, les aseguro que no les pasará desapercibida.
AVEKRÉNIDES KATA.
En la copa presenta un color a pétalo de rosa, brillante y transparente. Removemos la copa y la gota corre ligera por el vidrio como hacen los jóvenes.
En nariz y como no podría ser de otra forma, nos encontramos con aromas frutales y de una intensidad media diría yo. Es de los vinos que transpiran elegancia y que te hacen esperar algo bueno en boca.
La entrada es fresca. El recorrido equilibrado de una acidez muy bien contenida y con un suave sabor afrutado, a frambuesa diría yo, que es persistente hasta el final.
Un buen vino, con una botella muy bien diseñada, con una etiqueta preciosa y es que los detalles estéticos, bien cuidados, ayudan a vender el producto. Si ven esta botella en una estantería, les aseguro que no les pasará desapercibida.
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